viernes, 19 de febrero de 2010

Los txiki txokos con alma: toda persona tiene los suyos.

Acabo de congratularme leyendo la última columna de Mister Revertí (Arturo Perez-Reverte, nuestro "chico de la mochila" ). Otro que entiende a qué me refiero con el alma de las cosas de mi anterior post y al estilo de lo que propone Tomas Moore en su inspiradora obra: El cuidado del alma.

Aquí está el enlace a la columna, y copio íntegro su último párrafo. No tiene desperdicio.



Ésa es la razón de que las imágenes de esas existencias desnudas, los cortes verticales de edificios descubiertos de un día para otro por catástrofes naturales, guerras o siniestros azares del destino, me conmuevan especialmente. Me pongan –disimulen la mariconada– algo blandito por dentro. Más, incluso, que los cuerpos sepultados bajo los escombros. Hay en esas paredes algo que revela la parte indefensa, y tal vez la mejor, del ser humano. De cualquiera. De todos. A ver qué miserable o canalla entre los millones que adornan el paisaje, por mucho que lo sea, no tiene un rincón noble en alguna parte. Una retaguardia íntima, privada, hecha, incluso para los peores entre nosotros, de afectos, lecturas, músicas, sueños, amores, ternuras. La habitación de un hijo, el dormitorio de una madre con su crucifijo en la pared, el póster del Ché, la foto de boda de los padres o los abuelos, el retrato de un niño que fue feliz o no lo fue, la cama donde se ama, se sueña o se tienen pesadillas, la estantería con libros que ayudan a vivir otras vidas, a planear futuros o a consolar pasados. Asomarme involuntariamente a esa parte al descubierto de cada uno de nosotros me conmueve e incomoda, pues hace vacilar la confortable certeza, tan útil en tiempos de crisis –y todos los tiempos lo son– de que el ser humano tiene siempre lo que se merece. Esa exhibición desconsiderada, impúdica, de tantas vidas desnudas, dispara también curiosos mecanismos de solidaridad frente al verdugo cósmico que juega con nosotros al ajedrez. Con fotografías como la que comento, con paisajes parecidos, o peores, que a mi pesar conservo en la memoria, me gustaría tener delante a ese jugador improbable y decirle: oye, desvergonzado hijo de la grandísima puta. A un ser humano se le mata, si tales son las reglas. De acuerdo. Pero no se le humilla. No se le desnuda así, en público, en lo que es y lo que fue.
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Tiempo y silencio. Cesarea Evora
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viernes, 5 de febrero de 2010

Habemus licenciada en Psicología

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Después de una larga travesía y años de compaginar trabajo, familia y estudios, me he licenciado en psicología por la Universitat Oberta de Catalunya. Gracias a todos los que me han ayudado, acompañado, soportado, estrangulado a ratos ;P , y animado; sin cada uno el viaje no hubiera sido el mismo o no hubiera sido. -A Pelutxa le perdono que se comiera mis apuntes de psicometría, eran sabrosones ciertamente- . A mis compañeros de Cauoc, les debo la singladura en semejante berenjenal de barco ^_^, el caso es que cada semestre llegamos sanos y salvos a buen puerto. A mis tutores -Jose, Carmen- y profesores, su guía y apoyo. Al antroprofesorr Brú - Luis- por la vida en verso (canciones, libros y roadmovies camino de los exámenes ;-) ).
Son todos los que están pero no están todos los que son... me dejo muchos nombres propios en el tintero bloguero pero no donde verdaderamente los guardo.


Recuerdo que de pequeña al preguntarme qué quería ser de mayor,
contestaba alternativamente que

peluquera como mamá,
pintora como papá,
maestra como mi seño querida,
voladora como Mery Poppins y el Zorro,
cuentera remendona como los abus,
arrebatadoramente entusiasta como Alberto
sensata como Blanqui
bailarina como Gene Kelly, chapoteando bajo la lluvia
cuervo y lobona como las historias de paputxi,
piloto de fórmula 1 como Raú en sus sueños,
rastreadora como Zara para encontrar el camino certero de vuelta a casa con ella y Lobo…

y secretamente… corahuda como Conchi, que era psicóloga de la Once y parecía ver sin ver y entender más allá de las palabras el alma de la gente, de las plantas, de lugares, de las cosas…"¿pero Conchiii cómo van a tener también alma las cosas?"

Y me explicaba el alma del peón negro del ajedrez
de las velas encendidas
de los bancos del parque esperando a una buena charla
de las cartas a los reyes magos
de un programa de radio con nombre de estrella
de la piedra que habla al dejarse caer en el agua con el movimiento preciso
de unas gafas negras , el bastón y el arnés de Luna
de mi último diente de leche
de cómo se puede leer con las manos

y de las no-despedidas….


Echando la vista atrás creo que he jugado a ser todas esas cosas, porque como decía mi abu, la vida es un juego aunque sea un juego muy serio. Y también quise ser psicóloga, por si al traspasar la puerta me encontraba otra vez con Conchi, el peón, las velas, las cartas… tal y como ella era capaz de degustarlas y descubrir el alma en la gente, los lugares, las plantas y tantas y tantas cosas…
El camino a Ítaca es largo. El día que llegue la re-encontraré. Por ahora, traspasé la puerta y hoy puedo decir que llevo también su vocación encima.

Creo que todos van a seguir dándome suerte ;-)


P.D. Nunca me habló del Comando Pulga, seguro que se hubiera apuntado :-)
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Gracias pòr el regalazo de vuestra compañía, todo el cariño del mundo y por tan preciosa canción de despedida: "Donde caen los sueños". Irme-irme, no me vooooy; nadie que ingresa en el pulgatorio lo deja del todo ;-) haremos la transición ... volaremos alto a raticos y regresaremos para contarlo ...



Isban, ¡perraaaaakooooo! (es un eco que ya no te dejará nunca ^_^)





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